Discurso pronunciado por el bachiller don Flavio Herrera la noche del concierto verificado en el Palacio del Ejecutivo el 14 de septiembre de 1916


Páginas [3] a [14] de la edición original.

            “Señor Presidente de la República:

                                     Señoras :    Señores:

               Hoy, en el aniversario glorioso, el árbol nacional agita todos sus brazos en un sacudimiento de triunfo; mientras, sobre la más alta rama, resplandece la majestad heráldica del Quetzal, que ahora nos hace más vivos los símbolos que encarna en los colores del plumaje: El verde, símbolo de la esperanza, y el rojo, fuego que le enciende el pecho y es el símbolo de la vi

            Y, ya que en la vida la esperanza puede tener un noble sentido estimulante si sume sus raíces en potenciales de energía y en el vigor intensivo de la voluntad, abramos el espíritu hacia el resplandor augural de los símbolos.

Guatemala, ha tiempo, se ha iniciado en la era próspera por la que una sabia voluntad la orienta, y que es la que ha de afirmar su carácter entre los pueblos americanos. Atravesamos por una égira reformadora, consolidada en la forma de la democracia moderna, que abre espacio libre a todas las actividades del ciudadano. La Diosa de los ojos claros ha dejado el Acrópolis para reinar entre nosotros. Y hoy, nuestras juventudes comulgan en el nuevo altar en que marcialmente se yergue Minerva, perpetuando, a través de las edades, la gloriosa tradición helénica. 

*  *

            En esta hora de glorificación a la libertad, vibran las notas del himno patrio como una bélica fanfarria que nos envuelve en una racha evocadora. Las próceres figuras de los libertadores emergen de la sombra, consagrados por el tiempo y aureolados con el prestigio romántico de todos los revolucionarios. Yo los evoco, en un desfile sereno y marcial. Pasan todos….. Y pasa el más grande. Dije Bolívar. El genio de la revolución americana. Este pesa más que el Continente. Es del linaje de las águilas. Un sacro fuego lo nimba. Cargado de dolor y de utopías sale de la vida para vivir más intensamente en la eternidad. Porque este hombre que, para repetir el bello símil de García Calderón,  es el Superhombre concebido por Nietzche o el Representativo moldeado por Emerson, cuando se acogió a la muerte, llevaba en su cerebro formidable un mundo de proyectos tan vastos y de sueños tan sublimes que, la  gloria, cada minuto que pasa, tiene que agrandar su marco para ajustarse a esta figura de coloso.

*  *

            Cuando, en un minuto severo, se tiende la vista sobre esta América nuestra, una marejada de optimismo nos anega el corazón. Ante estos jóvenes pueblos que, más o menos, han sacudido el sueño ominoso en que los sumieran tantos factores tradicionales y, despertando todas sus energías inteligentes, se aprestan a su reajuste moral.

              Terminaron para ellos esas épocas de desacierto político en que, tras el letargo del coloniaje, y apenas pasado el relumbrón de la epopeya libertadora, los ahogaran la falsa interpretación de dogmas políticos y los sofismas revolucionarios que hacían fortuna en ultramar bajo el delirio de una fiebre terrorista.

         La ideología revolucionaria obrando sobre la imaginación hiperbólica de estas democracias nacientes, sin tradiciones políticas ni sólida organización social; que se apresuraban a hacer copias falsas de instituciones de pueblos de idiosincracia diversa. Y fue entonces que, se ahondaron las diferencias subsistentes desde el coloniaje entre los pueblos hijos de España y de Inglaterra. Cada una de estas madres hubo de forjar a sus hijos en su molde nacional. Así, mientras el retoño latino, esmirriado bajo las teocracias opresoras entraba a la vida autónoma huérfano de experiencia política y creaba las anarquías militares; la América sajona, que desde el nacimiento recibiera los principios de libertad, no rompía con su pasado. No iban a la conquista de nuevos derechos cuando los tenían todos. Su revolución, exclama Van Dike, filosóficamente no fue una revolución sino una forma de resistencia. Se reconoció y no se creó un estado de cosas como se intentara en los estados latinos, afanados por demoler su tradición política para construir un presente autónomo que iniciase otra era.

       El futuro eligió su proscenio en esta América potente y magnífica que se abre como un Eldorado de la fábula a los aluviones inmigratorios. Hoy es el seno prolífico donde el siglo que comienza desarrollará no sabemos que portentosas energías aún aletargadas. Es el útero máximo en que han de fundirse todos los gérmenes cosmopolitas para forjar el ciudadano del porvenir. Es el laboratorio de la libertad. Sus diez y ocho pueblos entran al futuro con un gesto de victoria. Óyese un vasto rumor de colmenas que arrulla el sueño milenario de los Andes.

            ¿Qué importan los fracasos pretéritos de los utopistas que quizás prematuramente soñaron el ideal federativo,  si los obstáculos antes irresolubles hoy se simplifican ante el afirmamiento de la conciencia política y el desenvolvimiento de la potencia interna, mientras van desapareciendo los factores disolventes? ¿Qué será de las burocracias crecientes cuando se realicen las transformaciones auguradas por la riqueza de sus tierras ubérrimas y jóvenes? ¿No la realidad presente rebate la opinión de los sociólogos que, por la relativa diversidad étnica en los pueblos de Latino América, creían difícil en ellos la formación de una conciencia nacional?  Jamás en estas nuevas Repúblicas las ideas federativas pueden tener más auge como ahora que la actividad del siglo y el industrialismo creciente abren todos los caminos, y acaso, estas ideas se impongan también como un principio de equilibrio ante las transformaciones geográficas y políticas que dará al mundo la contienda que se libra; jamás la historia vio repetido el prodigio que se obró en América; diez y ocho pueblos que acerca la unidad religiosa: desde la placidez del golfo mexicano hasta la bravura de las aguas magallánicas, la cruz abarca con sus brazos protectores. La unidad étnica y la unidad de idioma: la bélica majestad del castellano rueda desde el Caribe hasta las Pampas. Diez y ocho pueblos, en fin, atados por la identidad religiosa y la identidad moral.

       En tanto, las tendencias al fraccionamiento, al disgregamiento atómico van desapareciendo y casi en todos ellos comenzó ya la fase definitiva que augura el sabio peruano. La era de la riqueza, del orden interior y del industrialismo. Porque la riqueza agrícola asegura la libertad financiera mientras el industrialismo tiende sus hilos de hierro sobre las fronteras y en las sirenas de los navíos lanza un grito de victoria por la conquista de nuevos mercados. Y sobre este concierto maravilloso, una literatura nueva y vigorosa ata millones de almas con sus mallas ideológicas!

       Estamos viendo una frase trascendental de la civilización. En una época en que la humanidad libra una de sus más grandiosas epopeyas. ¿Quién prevé las reacciones que originará el cataclismo presente ante esos factores nuevos que surgen en la evolución de los pueblos? 

   El carácter analítico del pensamiento contemporáneo arremete contra todas las viejas instituciones y completa la emancipación del espíritu. Todo se discute y analiza. La vida moderna ha ganado en intensidad. Las generaciones de hoy se dan más cuenta del minuto que pasa y, desenvolviendo todos los círculos de su actividad, se acercan a la perfección y la felicidad de la vida.

        Asistimos a una briosa renovación de ideas, en todos los órdenes; hasta en aquellas esferas tildadas de inamovilidad. Las nuevas ideas, a veces, cuánto cuestan! La humanidad tiene escritas muchas de sus victorias con sangre. Una verdad llega a alzarse sobre el acre vaho de las matanzas. La tierra ha debido de empurpurarse para que germine una nueva simiente. Y el hombre tiene un gesto pesimista pensando que la verdad paga muy caras sus conquistas y que, a pesar de todo, cae un error para consagrar otro; una mentira se derrumba para cimentar otra mentira. Sin embargo, haciendo el balance moral, se gana más que se pierde. La evidencia confirma una ecuación feliz.

      Pero las ideas se amasan con sangre, como piensan los apologistas de la lucha. Lo que sucede es que los sofismas históricos y las fanáticas propagandas de erróneas ideas, pueden extraviar el criterio de las épocas, haciendo ver mirajes fantásticos a través de lentes falsas.

    Tal sucede con los juicios reinantes sobre el movimiento francés del 89. La revolución había tenido más apologistas que detractores; pero faltaba la visión clara y severa de un Tockeville y más: lo que tanto pidiera un célebre escritor del siglo pasado: El admirable escalpelo de un Taine que, barriendo mentiras consagradas y lirismos hiperbólicos, asentase un criterio definitivo sobre la hecatombe. Porque hoy pensamos que, más que a las exaltaciones demagógicas, a las fiebres de terrorismo y a los fanatismos demoledores, el hundimiento feudal, el coto al absolutismo, se debe a la irrupción triunfal de las ideas largo tiempo atrás incubadas en Europa. Así, la redención social que se ha querido localizar en la época de la revolución, hacía mucho que palpitaba entre las marejadas de la filosofía.

*  *

    El espíritu del siglo es iconoclasta y renovador. Hunde bizarramente su piqueta demoledora contra todas las mentiras que amontonaran los siglos y los prejuicios seculares consagrados por la estrechez y la estulticia humanas.

     De intento hago hincapié en uno de los problemas más hermosos y más hondos que está solucionando el alto espíritu de la época. La reivindicación de la mujer. Nunca como en los días actuales, se ha marcado en el ambiente tal interés por la revolución feminista. El exaltamiento de un escritor contemporáneo llama a nuestro siglo el siglo de la mujer. Se alzan las voces de Bebel y de Finot —para no citar sino a los más entusiastas— con majestad de apostolado y con grandeza de profecías. Bebel, con sus exagerados argumentos y sus juicios recriminantes, tiene la épica belleza de los redentores. Finot, este alto poeta del optimismo, sabe rugir y convencer cuando batalla por la igualdad humana y una fanática indignación presta destellos olímpicos a su verbo cuando clama la reivindicación de la raza negra. 

     Y la lid igualitaria sigue su marcha, triunfando de los rezagados y del postrer baluarte de los criterios misóginos: La inferioridad mental de la mujer, derribado ya por el axioma biológico de que el talento no tiene sexo.

      El prejuicio de las razas y el prejuicio de los sexos agonizan socavados por la fuerza propulsora de las ideas de hoy. Ellos han sido un espeso bloque que, derribado, descubre más amplias perspectivas. Y si, no tan optimistas como Finot, para creer que la ascención de la mujer hacia el sitio definitivo que le reconoce el pensamiento contemporáneo, sea la condición que realice la felicidad humana, a ella, al menos, nos acercará, y si, buscarla es nuestro fin, como ya dijo Aristóteles, y ella está en nosotros como dice el filósofo de hoy, acaso todo radique en tomar la vida en un sentido integral. En la exacta compenetración de sus dos círculos: espiritual y orgánico. Y así, aspirar al supremo objetivo de nuestra conducta en una concepción racional que nos aleje tanto de la fría sequedad del concepto estoico, del espíritu de renunciación y de aniquilamiento de la idea cristiana, de las vacías abstracciones del querer Kantiano, como del exclusivo sensualismo de teorías epicúreas y utilitarias. Aspirando a someter las turbulencias de la afectividad a los serenos cauces de la razón. Alzando los apetitos y sentimientos hacia el plano de la voluntad soberana, como opinaban Bruno y Spinoza, para llegar a la adquisición de la moral más noble de todas las morales, la moral de la felicidad.       

                                               *  *

    Y ante la hecatombe actual, mientras las quimeras pacifistas se ahogan entre el humo de la pólvora y el vaho de la sangre; y otra vez en cabalgata fatídica pasan todos los males pisoteando esta humanidad tantas veces destrozada; mientras sobre los campos del viejo mundo otra vez galopan los cuatro ginetes del Apocalipsis que ha dicho Blasco Ibáñez, haciendo la siega del fruto más sacro que se haya alzado jamás bajo el sol: la vida. Mientras truenan obuses y se derrumban ciudades y se aniquilan pueblos, los hombres, acaso por el remanso de optimismo que duerme aún en los espíritus más escépticos, siguen puliendo ese talismán precioso de la esperanza; siguen alzando andamiajes de utopías y llenos de energía y de fe, como en el mito persa, en que, el poder de Arimán, genio del mal, triunfa siempre sobre de Croscha, guiador de los buenos, hasta que un día, tres mil años después de Zoroastro, cuando la lucha llegue al período más álgido, Arimán sea aniquilado y, purificados todos por el amor y la tierra renovada, comience el dominio del luminoso Ahura para no acabar jamás.

            Como en el mito persa, dije, que tiene lumbres de augurio, los hombres esperan también los siglos mejores.


                                                                                            Dije.


Transcripción y notas a pie de página por: Ariel Batres Villagrán

TOMADO DE:

Herrera, Flavio; Discurso pronunciado por el bachiller don Flavio Herrera la noche del concierto verificado en el Palacio del Ejecutivo el 14 de septiembre de 1916. Guatemala : Tipografía Nacional, [s.a.]. Copia textual de páginas 3 a 14.


 Aunque para 1916 era vano afirmar que Guatemala atravesara en medio de “la forma de la democracia moderna”, ya que la dictadura de Manuel Estrada Cabrera devenía desde 1898, habiendo sido “reelecto” dos veces, la última en 1915 cuando de nuevo hizo que la dócil Asamblea Legislativa modificara el artículo constitucional que prohibía la reelección. De partidos políticos, ni hablar: estaban prohibidos.

 Las “Minervalias” impuestas por el tirano desde 1899 se celebraban cada año, donde supuestamente se exaltaba a la juventud estudiosa, y en realidad constituían desfiles de maestros y escolares que rendían obligado culto no a Minerva sino a don Manuel.

 La “bélica fanfarria” de la letra del himno nacional, fue modificada en 1934.

   Las estrofas sangrientas que figuran en la edición original del Himno Nacional de Guatemala (1896) y que se entonaron por primera vez el 30 de agosto de 1897, de la inspiración del maestro cubano José Joaquín Palma y Lasso de la Vega (1844–1911). Véase “Notas de Lisandro Sandoval (III edición. Guatemala 1950)”, en: Palma, José Joaquín; Poesías y notas biográficas de José Joaquín Palma y Lasso en el Centenario de su Muerte (19112011). Prólogo Dr. Eusebio Leal. Guatemala : 5ª Edición. Ministerio de Cultura y Deportes, Editorial Cultura, 2011. Página 76.

   La letra del himno fue modificada en 1934, por el profesor y filólogo José María Bonilla Ruano (18891957); el resultado de su esfuerzo que le llevó dos años (19321934) lo presentó a la Academia Guatemalteca de la Lengua de la cual era miembro, mismo que publicó posteriormente con el título: Anotaciones Criticodidácticas (Unión Tipográfica, 1935. 351 p.).

   De acuerdo con Bonilla, la letra original era impropia para ser entonada por escolares en vista que contenía llamados a la guerra, a la sangre. La primera estrofa decía: “¡Guatemala feliz ya tus aras no ensangrienta feroz el verdugo, ni hay cobardes que laman el yugo ni tiranos que escupan tu faz. Si mañana tu suelo sagrado lo profana invasión extranjera tinta el viento tu hermosa bandera de mortaja al audaz servirá”. La modificación realizada deja el verso siguiente: “¡Guatemala feliz! Que tus aras no profane jamás el verdugo; ni haya esclavos que laman el yugo ni tiranos que escupan tu faz.”

   En la versión original otra estrofa, no apta para niños, indicaba: “Es tu enseña pedazo de cielo entre nubes de nítida albura, y ¡ay de aquel que con mano perjura sus colores se atreva a manchar. Que tus hijos valientes y altivos ven con gozo en la ruda pelea el torrente de sangre que humea del acero al vibrante chocar.” Para disminuir el tono, Bonilla propuso y le fue aceptado: “Es tu enseña pedazo de cielo en que prende una nube su albura y ¡ay aquel que con ciega locura sus colores pretenda manchar!”. Considerando que los aportes de Bonilla Ruano al análisis del himno eran válidos, el dictador Jorge Ubico aprobó las reformas planteadas en acuerdo gubernativo del 26 de julio de 1934. Para más detalles véase:

Batres Villagrán, Ariel; Biobibliografía de Manuel Coronado Aguilar. Publicado el 23 de junio de 2018. https://ensayosbatres.wordpress.com/2018/06/23/biobibliografia-de-manuel-coronado-aguilar/ Véase también en: https://www.academia.edu/36904525/Biobibliograf%C3%ADa_de_Manuel_Coronado_Aguilar_Ensayo_por_Ariel_Batres_Villagr%C3%A1n_Guatemala_22_de_junio_de_2018. Páginas 335 a 350.

 Se refiere al peruano Francisco García Calderón Rey (1883–1953).

 Debió haber escrito “Nietzsche”.

 En Centroamérica dicha utopía deviene de 1824 cuando se aprobó la Constitución de la República Federal de Centro América. Sin embargo, las luchas intestinas dieron al traste con el sueño de los próceres Pedro Molina y José Cecilio del Valle, por lo que a partir de 1838 Guatemala se declaró separada del resto y la Federación prácticamente fue declarada insubsistente. En 1921 hubo otro intento de unificación, del que participaron solamente tres de los cinco países y no obstante que se firmó una Constitución Federal el 15 de septiembre de ese año, no fue reconocida por ninguno de los gobiernos. Con el derribo del poder de Carlos Herrera –proclive a suscribirla– el 5 de diciembre de ese año, se perdió la oportunidad.

 Sin ser sociólogo, ya que en tal época no existía la carrera de sociología en la Universidad Nacional, Miguel Ángel Asturias, siete años después del discurso de Herrera, planteó en su tesis de graduación como abogado la necesidad de reconocer el valor cultural de todas las etnias en Guatemala y propuso elementos para entender el sentido de la “identidad nacional”. Véase: Asturias, Miguel Ángel; Sociología guatemalteca : El problema social del indio. Guatemala : Tipografía Sánchez & De Guise, 1923.

 Herrera no abre signo de exclamación.

 La epopeya y cataclismo están referidos a la primera guerra mundial (1914–1918), en desarrollo cuando Herrera da su discurso

 No hay apertura del signo de exclamación en el original.

Aunque debió haber escrito “Tocqueville”, se transcribe tal como está en el original.

 Fueron Karl Marx (1818-1883), Friedrich Engels (1820-1895) y August Bebel(1840-1913) los que establecieron las bases del pensamiento socialista sobre la “cuestión de la mujer”. Bebel publicó La mujer y el socialismo (1879), en donde definió que: “La mujer de la nueva sociedad será plenamente independiente en lo social y lo económico, no estará sometida lo más mínimo a ninguna dominación ni explotación, se enfrentará al hombre como persona libre, igual y dueña de su destino”. Véase “Feminismo y movimiento obrero”, en: http://www.historiasiglo20.org/sufragismo/movobrero.htm

 Se refiere al sociólogo francés Jean Finot (1858–1922) quien se oponía a los teóricos que establecían que la raza aria era superior a cualquier otra y basaban sus argumentos en las tesis de Darwin y otros científicos sociales. Fue parte del movimiento que recibió el nombre de “la revuelta contra el racismo científico”. Entre sus obras, y seguramente de alguna de ellas extrajo Flavio Herrera su descripción, se tienen: El prejuicio racial (1906); La Carta de las Mujeres ... seguida de una encuesta sobre el voto político de las mujeres en Francia (1910); La agonía y la muerte de las razas (1911); El prejuicio y el problema de los sexos (1912; y otras.

 Debió escribir “jinetes”. Se respeta el original porque así se estilaba en aquella época.

 “El nombre no aparece en las inscripciones persas de la Antigüedad. En el Avesta es llamado el hermano gemelo de Ahura Mazda, y el opuesto de Spenta Mainyu. Es considerado como el Satán destructor, la fuente de todos los males en el mundo y, al igual que Ahura Mazda, existió desde la creación del mismo. Ahrimán escogió el mal conscientemente, creó las enfermedades para provocar la llegada de la muerte. Se considera que su mayor maldad fue corromper el fuego puro creado por Ahura Mazda, al que le dio color y le añadió el humo, dándole su característica contaminante. En el día del Juicio Final será destruido por Spenta Mainyu y desaparecerá del mundo para siempre.” Véase: https://es.wikipedia.org/wiki/Angra_Mainyu


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